martes, 2 de febrero de 2010

Baile de los Apaches en Colorado USA.

Los 60 del narrador de películas del oeste.

Tiene la voz ideal para disolver cualquier quórum, o dejar al interlocutor de otorrino, pero no le importa: con su difícil dicción goza narrando películas del oeste, mientras se saca chispas de las manos de tanto frotárselas.

Su pasión lo lleva a invitar a sus prójimos a almorzar, con tal de que le permitan contar cómo desenfunda Glenn Ford su revólver, o cómo se coloca Randolph Scott el sombrero.

En sus años piernipeludos ganó un concurso con preguntas sobre el viejo oeste en el que uno de los sabuesos interrogadores era el profesor Antonio Panesso Robledo.

Este Funes de Macondo, tiene la memoria acumulada de todos los elefantes africanos colocados en fila india. Por ello recuerda diálogos, rostros de sherifs, paisajes, atardeceres, besos y canciones de las viejas películas de pistoleros.

Pregúntenle cuál es la única película del género cuya historia transcurre a la orilla del mar y él les responde en un ya. No en vano su primera novela es un clandestino homenaje a esas viejas cintas pues en ella sigue la técnica de una película del oeste.

Esa novela la tradujeron al francés de Baudelaire bajo el título de "Tu ne mourras pas". Eso lo tiene sin cuidado.

Lo importante para este escritor y periodista nacido en Líbano, ex Mc Luhan de cabecera del Designado salido del santoral, Juan Manuel Santos, y quien bebe en las aguas del ideólogo del uribismo, José Obdulio Gaviria, es que le dejen contar sus películas.

Si el interlocutor se quiere doblar en tinto, al final de la tenida gastronómica, el paganini de voz quebrada como una trepada al páramo de Letras, corre con los gastos. Siempre con la esperanza de que le escuchen otra fílmica narración.

(Claro que si le permiten hablar de comida no lo calla ni mirús).

Aprovechó una escala burocrática en Nueva York para comprar afiches alusivos a películas de vaqueros en las que posee un master.

Tiene un detectómetro especial que le permite adivinar en qué canal de tevecable, con hora y todo, van a repetir un western de hace jijuemil años para dedicarle una miopía que tratan de disfrazar sus gafas.

Como habitante de las cinematecas -uno de sus hábitats- vive bravo con ellas porque nunca presentan festivales del oeste.

No está bien que se muera Fellini, por ejemplo. Pero está bien que las cinematecas repongan en pantalla a 8 y medio, por decir algo.

Con el viejo oeste nunca sucede lo mismo. Si estas líneas contribuyen a que no cesen los partidos (de fútbol) y nos revivan cintas de Audie Murhpie, John Wayne, Jeff Schandler, Victor Mature, Gary Cooper, en Veracruz, Lee Marvin y amiguitos, yo pagaré gustoso la cinemateca.

En la hoja de vida del nervioso biógrafo del oeste que nos ocupa, figuran muchas clases capadas en su escuela tolimense para ver estas fantasías que entonces venían en cinemascope.

Se anunciaban con fanfarrias de canciones mexicanas que arrugaban el corazón que es el que regula la nostalgia. Del amor se ocupa el hígado. Ya tiene un pedazo de tierra comprado con el producto de un premio que le dieron por su novela en Chile.

Así como antes se vendían castillos con todo y fantasma, según cuenta Wilde en su Fantasma de Canterville, nuestro frustrado vaquero con corbata piensa construir su casa con pistolero incluído.

Paga para que lo dejen contar la historia de "Shane, el desconocido", con el monito Alan Ladd. Se sabe todas las intimidades de la accidentada filmación en 1939 de "La Diligencia", de John Ford. Le encima su nombre original: John Martin "Jack" Feeney Se le aclara la voz cuando narra la forma como Marlon Brando, en "El rostro impenetrable", se venga de un ex-colega suyo, asaltante de bancos, que se fue con todo el botín.

Saca tiempo para extrañarse de que Tony Curtis, el de "El pirata hidalgo", todavía esté dando guerra en el cine.

Al golpear la mesa para pedir otra tanda (de café, para el trago es tímido), nuestro narrador remeda el gesto de Gary Cooper cuando en "Veracruz" regresa su pistola al cinto después de liquidar algún malandrín con la cara cortada.

Este Germán Santamaría, gallinazo impenitente, autor de la novela "No morirás", director de la revista Diners, es todo un rollo para contar películas del viejo oeste. Cumplió sus primeros 60 años el domingo 24 de enero. Japiberdi.